5.23.2012

Beatitudinem

La belleza expuesta, la mirada profunda que no necesita más que el pestañeo del tiempo para pasear con el alma eternamente. Una sonrisa permanete que se esconde vagamente en su fugacidad efímera. La música del silencio entre dos caricias que no se tocan nunca, pero se conocen mejor que a ellas mismas. El palpitar que se manifiesta en cada rincón y se hace notar en cada roce fatal. Rompiendo las reglas de la memoria, ingnorando la moral, inagurando el futuro, obedeciendo al instinto que es más humano que animal en cuerpos que son más animales que humanos.

Sedientos. Jadiantes. Exuberantes. Plenos.
De sí. Radiantes. Unidos. Consigo.
Hambrientos. Imparables. 
De vida. Admirables
Satisfechos.

Alquimia corporal en un laboratorio experimental, se cimenta en lo conocido, se regocija en lo nuevo, culmina en implosiones, pero no termina... Sensaciones, la piel eriza y enrojecida. El sonido del viento se disfraza del ritmo danzante, el ritmo palpable, el ritmo unisono de lo que eran antes de ser. Risas con besos, besos con alegría, alegría con ella, ella con él y él, él con ella también. Insoportable e insaciable placer, la humedad y temperatura infinitos, fluidez y éxtasis. Comunicación telepática, la palma sobre el dorso, el círculo perfecto, perfecto.

Felicidad.

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