8.14.2011

Canvi

La estela de la Luna sobre el azul oscuro del océano da forma a la sombra de un velero que iza sus velas al viento cálido del noroeste, es Luna llena y las nubes humildemente abren paso a un domo que pareciera acercarse con cada estrella fugaz.

El suave oleaje produce una bella melodía que acaricia con cariño la arena de la pequeña playa que se esconde entre las calas, dicha melodía esconde a sus autores.

El fuerte golpe del vaivén de la corriente interna, poco a poco va perforando la cala hasta encontrar su salida, dichas aperturas dan espacio al viento de bufar al son del oleaje, como gaita que respeta el aliento de su músico así el viento respeta al agua.

A ese lugar de ensueño llegan dos almas que no viajaban juntas ni al mismo lugar, se ecuentran dos extraños que ya se conocían en un boceto cósmico. Se identificaron en el camino, antes de llegar a un destino que ninguno de los dos esperaba. Antes de saber sus nombres entendieron que una era estrella fugaz y el otro cometa, eso no detuvo nada, al contrario, incentivó una chispa.

Esta chispa se convirtió en regalo y en símbolo, también se compartió un conocimiento más antiguo que ellos, conocimiento que quizá en el mismo boceto los llevará a tejer un camino de rencuentro, como la Luna que incluso desde las sombras es la chispa de las corrientes que sólo las sirenas y tritones conocen, sólo la Luna y mar tejen la historia.

Esta es una historia inconclusa de astros, de un cometa y una estrella fugaz de ojos grises...